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Hay un lugar en Suiza, en el noreste del país, en la frontera con Francia, donde el tiempo es precioso más que cualquier otra cosa en el mundo. Aquí se desarrolla un rico y fascinante viaje compuesto por arte, historia y museos en lo que se llama el valle de los relojes.
Un recorrido de 200 km salpicado por la presencia de empresas relojeras históricas y museos temáticos, lugares que conservan un inmensa riqueza histórica y cultural, inmerso en un paisaje increíble.
El itinerario del Valle de los Relojes parte de Basilea y atraviesa toda la cadena del Jura hasta llegar a Ginebra, donde se concentra el 90% de la producción relojera por la que el país es famoso en el mundo. Un viaje para viajar despacio y sin prisas porque el tiempo es lo más preciado que tenemos y en Suiza lo saben bien.
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Las empresas de renombre y los museos temáticos se sumergen en los paisajes de cuento de hadas del país, donde las excursiones a pie en la naturaleza permiten admirar paisajes bucólicos formados por picos montañosos que enmarcan encantadores pueblos antiguos, viñedos y lagos fascinantes.
El viaje comienza en Biel, ciudad de la relojería, situada al final del lago del mismo nombre. Además de la belleza de su centro histórico, de origen medieval, con el paso de los años se ha convertido en un destino para todos los amantes del sector porque aquí tienen su sede algunas de las marcas más famosas del mundo como Rolex, Omega, Tissot y Movado. .
El museo Omega de Biel Se trata de una experiencia verdaderamente inmersiva en el sector y permite descubrir la historia de la ilustre marca, famosa en todo el mundo por sus mecanismos hasta el punto de haber sido proveedora de los cronógrafos de los astronautas para el alunizaje.
A unos 30 kilómetros de la ciudad, encontramos el Museo Longines, en St. Imiers, un lugar que recorre la historia de la marca a través de todos los modelos de relojes, aparatos de cronometraje e instrumentos de navegación producidos por la empresa.
La ruta por el Valle de los Relojes continúa en el cantón de Neuchâtel, donde se encuentran La Chaux-de-Fonds y Le Locle. Las dos ciudades, separadas por sólo 9 kilómetros, están incluidas en el Patrimonio Mundial de la UNESCO por su importancia en el sector.
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Aquí tienen su sede las empresas Cartier, Zenith y Ulysse Nardin.'increible Museo Internacional de Relojes, un lugar que alberga una colección de más de 4500 piezas, entre obras maestras de lujo y relojes icónicos.
Continuando hacia Le Locle, sin embargo, encontramos el evocador Musée d'horlogerie du Locle - Château des Monts ubicado dentro de un castillo rodeado por un jardín inglés.
Antes de llegar a Ginebra, última parada de nuestro viaje y lugar simbólico de la Alta Relojería, el itinerario pasa por Neuchâtel, capital del cantón del mismo nombre.
Una ciudad encantadora que domina el lago y atrae cada año a numerosos turistas por su paisajes increibles. Aquí merece la pena visitar el Museo de los Agricultores y de los Oficios que, en el cálido ambiente de una granja, muestra la vida de un granjero relojero en los orígenes de la relojería en las montañas de Neuchâtel.
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