El nombre de Sherlock Holmes continúa inspirando a miles de personas en todo el mundo, gracias a las eternas aventuras nacidas de la pluma del gran Sir Arthur Conan Doyle. Y cuando pensamos en el detective, nuestra mente inmediatamente vuela a la atmósfera del brumoso Londres de finales del siglo XIX. Pero no todo el mundo sabe que, en realidad, al final de su carrera investigadora también dejó huellas de sí mismo en Suiza.
Sherlock Holmes, las cascadas donde murió
Pues si, cuando Conan Doyle Decidido a poner fin a la vida de su personaje más exitoso, eligió un escenario decididamente excepcional. Recién regresado de un viaje al corazón de Suiza, donde quedó impresionado por las impresionantes vistas, condujo a su Sherlock Holmes hasta aquí en el desafío más exigente: el de destruir a su enemigo Moriarty. Y aún hoy recordamos el pueblo de Meiringen como el lugar donde el investigador encontró la muerte, arrojándose a cascadas espumosas que envolvieron a su némesis.
El pequeño pueblo está situado en la región de Oberland, enclavado entre los Alpes de Berna que ofrecen un paisaje de cuento de hadas. Es imposible no enamorarse de la espléndida naturaleza que la rodea, los frondosos bosques que trepan entre las montañas y los verdes pastos asediados por ricos rebaños. El principal atractivo es sin duda el cascada Reichenbach, una serie de atronadores clavados que se estrellan entre las rocas, en un escenario de ensueño. Tiene su origen en el arroyo Rychenbach, en el tramo que precede a su unión con el río Aare.
Para poder admirar elincreíble poder de la naturaleza, es posible aprovechar las modernas comodidades del funicular, que conduce a la cima de la cascada, de 250 metros de altura. Aquí arriba, según narró el escritor Arthur Conan Doyle, su héroe se encontró librando su última batalla. Una estrella que cuelga entre las rocas marca el punto exacto donde habría ocurrido la batalla final, dejando así que nuestra imaginación toma vuelo frente a una vista impresionante.
Meiringen, el pueblo suizo de Sherlock Holmes
Pero la preciosa cascada de Reichenbach no es el único lugar que recuerda a Sherlock Holmes, en este pequeño rincón de Suiza. Todo el pueblo de Meiringen está lleno de pequeños y grandes homenajes al investigador más famoso que jamás haya existido en la literatura. Lo más sugerente es el Museo de Sherlock Holmes, inaugurado en 1991 (cuando se cumple el centenario de su muerte) en los sótanos de la pequeña iglesia inglesa situada en el centro histórico de la localidad. En el interior, muchos espléndidos cosas memorables citado en las obras de Conan Doyle y más allá.
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Aunque el museo es realmente pequeño, hay una maravillosa (muy detallada) reconstrucción del salón victoriano en el que Sherlock Holmes y su fiel Watson pasaron muchas horas ocupados resolviendo sus misterios. Y en un instante parece estar realmente en el 221B de Baker Street, donde ocurrió todo. Fuera de la iglesia, sin embargo, se puede admirar una hermosa estatua de bronce de tamaño natural del investigador. No faltan pequeños detalles como el característico sombrero que luce Holmes y su inseparable pipa. Y aún hay más: en la estatua están grabadas pequeñas figuras que nos transportan cada una a una de las 60 historias que tuvieron a Sherlock como protagonista. Un viaje hacia el misterio que comienza aquí.