Entre los itinerarios turísticos más evocadores de España se encuentra el Calle Plata, 800 kilómetros conectando Sevilla a Gijón.
La Vía atraviesa de norte a sur el sector más occidental del país, y se extiende a lo largo de una antigua calzada romana cuyo origen se remonta a finales de la Edad del Bronce, discurriendo verticalmente por Extremadura.
Fue diseñado y construido durante la ocupación romana para conectar la región con las tierras del norte y con Híspalis (actual Sevilla). Y, a pesar los cartagineses ya había abierto el camino hacia el norte por motivos de guerra, los romanos lo fortalecieron para promover el comercio entre las diferentes zonas occidentales de la península. Entonces fueron Los Árabes para bautizarla y Cristianos para darle un papel espiritual: debió ser utilizado por las tierras del sur para visitar la tumba del apóstol Santiago.
Desde el siglo I al XIX, la Ruta de la Plata fue la piedra angular sobre la que se construyeron nuevas rutas y caminos y –durante la Edad Media– adquirió gran importancia coincidiendo con el camino de la trashumancia que la Mesta utilizaba para trasladar sus rebaños.
He aquí por qué es un legado histórico-artístico fenomenal, tanto por el arte como por las civilizaciones que surgieron a su paso: las ciudades, los templos, los acueductos, los puentes, los arcos, las fortalezas, un folklore y una artesanía propia de la zona. En definitiva, es un auténtico viaje en el tiempo recorrerlo. Parando en lugares extraordinarios.
El itinerario parte de Sevilla y luego pasa por las ruinas de Italica, antigua ciudad de la Bética romana. Atravesar Zafra e Almendralejo para alcanzar Mérida, apodada “Roma hispánica” por sus numerosos monumentos romanos.
continúa hacia Cáceres, cuya ciudad antigua con sus murallas está declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y luego hacia Plasencia, para entrar finalmente en territorio de Castilla y León a través Bejar e Salamanca. Siguiendo hacia el norte se llega Zamora y, rozando campos de cereal y lagunas, toca Benavente y luego Astorga e León. Campomanes e Pola de Lena marcan la entrada a tierras asturianas y son la conexión con Oviedo e Gijón, punto de llegada de este largo viaje.
La belleza de los paisajes que atraviesas es un recuerdo imborrable. Pasamos por tres Reservas de la Biosfera y dos Parques Nacionales: el de Doñana in Andalusia y para Monfragüe a Cáceres.
Y entre una etapa y otra no pueden olvidarse los pasos dedicados a la buena mesa, punto fuerte de esta festividad, donde se pueden degustar los excelentes pescados y mariscos de Asturias, pero también los asados de Castilla. Merece la pena probar la fabada asturiana -sopa de fabas y carne-, el lechazo asado, el jamón ibérico y el gazpacho, auténticas excelencias gastronómicas de la Ruta de la Plata.